jeudi 17 novembre 2016

Clés pour affiner son regard de lecteur (2)

« Rêve inlassable de vaincre la mort, toujours
assassiné par les choses, toujours renaissant dans l’esprit. 
Pour moi, c’est cela, avant tout, la littérature »
Michel Rio
(4 dernières lignes de la postface d’Arthur, p. 169,
texte publié dans Le Magazine littéraire n° 382, décembre 1999)



Un cours de formation pour professeurs —portant sur la lecture et la recherche à l'ère du numérique— me contraint à publier sur mon blog des clés pour affiner ou aiguiser son regard de lecteur. Publiée une première partie de ce petit projet, voici le deuxième volet de ces perspectives pour réfléchir au fait de lire, pourquoi, quoi, comment, réserves...
Dans ce billet, je laisse la parole à des amis-proches que je tiens pour des maîtres, qui ont tout vécu dans le domaine des livres et ont eu la gentillesse et la générosité de m'offrir un bout improvisé de leurs idées en la matière. J'y ai ajouté des propos parus dans la presse de Michel Rio —écrivain de ma connaissance qui sort du commun et que j'ai eu le plaisir de traduire à plusieurs reprises.
La vignette en bas du billet est une création de El Roto. Elle fut publiée par El País (11/05/2016). Et la coda en contrepoint sur laquelle s'achève ce joli billet est un sonnet de Diego de Torres Villarroel (Salamanque, 1694-1770).

1) Amelia Gamoneda (Docteure ès Philologie française et professeure à l'Université de Salamanque, critique littéraire, traductrice, amie de la poésie et vraiment caetera) :

El primer criterio para saber si conviene atender a la opinión de un texto que lees es verificar si su propia sintaxis es correcta. No hay buen razonamiento sin buena sintaxis. Es una cuestión de hemisferios cerebrales y mapas neuronales.

Las verdades dóxicas suelen ser verdades tóxicas.

Para descubrir la intencionalidad de un texto no hay que preguntarse qué es lo que dice sino qué es lo que hace: ¿cuál es su estrategia? ¿convencer, sorprender, emocionar, enfadar, captar benevolencia, establecer confianza, ofrecer intimidad...?

La primera intención de un texto no es nunca transmitir un contenido sino retener a su propio lector en la lectura. El primer objetivo de todo texto es ser leído. A menudo ello suele tener una incidencia en el propio mensaje, forzosamente secundario.

La claridad es la cortesía de la inteligencia (la cortesía del filósofo, decía Ortega). Pero la complejidad (y no la complicación) es el reconocimiento de la inteligencia del otro.
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2) Constantino Bértolo (Professeur de Langue et de Littérature, critique littéraire incomparable, bourré de critère, écrivain éventuel et éditeur : Punto de Partida, Debate et Caballo de Troya) :

LEER, ¿PARA QUÉ?

Podría entenderse que la actividad de leer encuentra su sentido cuando esa actividad hace evidente que el sentido no está en la posible respuesta sino en el propio hecho de que la pregunta aparezca. El sentido de leer sería la aparición de la pregunta, del mismo modo que el sentido de la vida es la pregunta sobre el sentido de la vida porque, en definitiva, valga la tautología, el sentido de toda actividad humana es la pregunta sobre su sentido. La pertinencia de lo humano reside en esa pregunta, en su capacidad para hacerse esa pregunta, en la facultad de preguntarse sobre el sentido de ser un ser con facultades cognoscitivas.
Pero el hombre puede leer sin preguntarse por el sentido de leer y puede vivir sin preguntarse por el sentido de la vida. ¿Significa eso que ese hombre no lee o no vive ? No, sólo significa que ese hombre todavía no ha encontrado el sentido de lo que hace. Que todavía no lo ha encontrado pero puede encontrarlo. O no encontrarlo. Lo importante es que aquella facultad para encontrar exista. Lo importante es que esa actividad - leer, vivir - contiene esa facultad y que esa actividad está dirigida y orientada precisamente a que esa pertinencia - preguntarse - se ponga de relieve, se revele, aparezca.
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3) Juan Luis Conde (mon semblable, mon frère, Docteur ès Philologie Latine, et ici le terme "latin-e" est rigoureux, non une conquête française en Amérique. Écrivain surtout, traducteur toujours, analyste en catimini et professeur multifonction...)

El discurso revolucionario (DR) y el discurso del status quo (DSQ)

Los discursos cambian, los objetivos permanecen: el discurso del status quo protege los privilegios de quienes los tienen; el discurso revolucionario los desafía. Hay algunas características, sin embargo, de los discursos enfrentados que permanecen a través de sus modulaciones.

1) El discurso ganador del status quo es el de la inactividad, por eso su argumento de más peso es: “¿Qué más da? Todos son iguales. Se van a quitar esos y van a venir otros peores...” Se trata de una llamada al quietismo.

El DR identifica, señala causas, da nombres. Debe dar a entender la importancia de sacudir el status quo para que “los que están” no puedan sentirse impunes. “Vendrán otros peores, quizá, pero estos que están no se irán de rositas. Cuando lleguen los peores, habrá que volver a empezar.” El status quo no puede sentirse impune.

2) DSQ: Transferir las inconsistencias del sistema a razones de la naturaleza o de la vida. “Es así, siempre ha sido así, siempre seguirá siendo así...”

Una oración del libro de Alcohólicos Anónimos dice: "Señor, dame fuerzas para cambiar lo que puede cambiarse, paciencia para soportar lo que no puede cambiarse y sabiduría para distinguir lo que puede y lo que no puede cambiarse.” Como el miembro de Alcohólicos Anónimos, el DR debe esforzarse por deslindar lo que pertenece al sistema y lo que pertenece a la vida - debe distinguir entre lo que puede y no puede cambiarse. Pero debe subrayar la posibilidad del cambio y acompañarse de abundantísimos ejemplos de cambios sociales a lo largo de la historia. El DR podría titularse "las metamorfosis" - y en último extremo arriesgarse a intentar cambiar lo que no puede cambiarse.

3) El DSQ apunta hacia abajo con su característica manera anónima - hacia quienes están peor que uno, para así hacerte bendecir tu suerte. Y así también hacerte despreciar a quienes deberían ser tus aliados.

El DR apunta hacia arriba cuando señala. Se le puede acusar fácilmente de envidia o resentimiento, pero no debe dejarse impresionar por eso. La envidia y el resentimiento pueden ser revolucionarios.

4) El DSQ habla de coherencia e incoherencia para defenderse y atacar. Sus argumentos son ad hominem: "Mira fulanito, tanto hablar del proletariado y vive como un burgués.” Su objetivo es descalificar al portavoz del DR enfrentándolo a sus propios hechos.

El DR debe advertir que no se puede reclamar coherencia como no se puede reclamar heroísmo o santidad, porque sobrevivir en un sistema obliga a hacer cosas que uno no haría con otras reglas del juego. El discurso no tiene por qué ajustarse a los hechos. Hay que encajar la acusación de hipocresía con deportividad: lo que importa es el discurso (predicar con el ejemplo sólo está al alcance de los héroes y el DSQ sabe que hay pocos). Su lema es el del buen maestro: "Haz lo que digo, no lo que hago".
(Siempre que sea posible, el DR debe señalar las contradicciones del sistema: probar que quienes hablan de "estabilidad" no sólo provocan el caos cotidiano, sino que son promotores de experimentos sociales inauditos. Debe probar que quienes hablan de "innovación" son conservadores, que quienes hablan de "libre iniciativa" en realidad quieren esclavos, etc.)
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4) Encore Michel Rio. Propos encore recueillis par Josyane Savigneau pour Le Monde des Livres, le 15 janvier 2009.

(...) [L]a littérature ? "Au fond, la littérature m'assomme, répond-il immédiatement. Je la soupçonne de stupidité. Seule la création littéraire m'intéresse. La première est pléthorique, la seconde est rare. Encore faut-il prendre la peine de chercher l'une dans l'autre. Cueillette fouisseuse et salissante que j'ai cessé de pratiquer depuis longtemps pour glaner dans les disciplines du savoir dont les riches fruits sont bien en vue. Au fait, qu'est-ce que cette création littéraire ? La fausse, ce sont les trouvailles des pseudo-révolutions formelles qui reviennent, pour faire bref, à changer la parure de l'indigence. La vraie, c'est l'ambition sans limite de l'élucidation, qui rapproche les arts des sciences dans une enquête infinie, encyclopédique, sur l'être et les choses, et qui se renouvelle et invente de par son principe même. C'est encore le savoir-faire, c'est-à-dire exprimer tout cela avec un lexique, une invention langagière, un art propre de la composition ou syntaxe musicale, ce qui s'appelle l'écriture. C'est enfin le sens de l'action, ou du récit tendu, gorgé d'événements significatifs. Avec, chaque fois que c'est possible, cette distance de l'humour qui n'est rien d'autre que la forme la plus délectable de la distance critique."
"Mais plus encore que les champs de la création et du savoir, ce qui m'intéresse est le passage de l'un à l'autre. Cela tient sans doute à mes années d'enfance dans le bocage breton, où les limites de champs étaient puissamment marquées par des levées de terre talutées et plantées de grands arbres, le terrain de jeu idéal n'étant pas le champ lui-même mais cette limite à la fois clôture et transition. Plus généralement, il y a la conscience fascinée et inquiète de cette série de passages fondamentaux, scientifiques et existentiels, de la physique à la chimie, de la chimie à la biologie, de la biologie à l'histoire, ou, autrement dit, du quark à la molécule, de la molécule à la cellule, de la cellule à l'homme neuronal de Jean-Pierre Changeux, donc à moi. Ces passages initiaux, bretons ou disciplinaires, ont eu des suites dans mon travail. Passage de l'humour à la mélancolie, de la farce au tragique, de la spéculation à l'aventure, d'un genre à un autre, d'un ton à un autre... Le carrefour parfait de tous les passages possibles, donc de tous les paramètres constituant l'homme et son univers, est pour moi le roman. Ce qui ramène à la vocation librement encyclopédique de la fiction."
Récuse-t-il toujours la notion d'héritage littéraire, de filiation, pour privilégier la relation "horizontale" de la littérature avec tout ce qui est produit en même temps qu'elle et l'enrichit ? "Oui, je persiste à ne pas me reconnaître de père en littérature, ce qui ne veut pas dire que je suis absolument sans famille. Disons que j'ai des "oncles" en méthode. A 11 ans, j'ai découvert Edgar Poe et j'ai été tout de suite fasciné par ce que j'ai identifié plus tard comme l'association d'une incroyable richesse de l'imaginaire et d'une précision presque scientifique de l'écriture illustrant son principe favori : la poésie naît du calcul. Puis j'ai découvert Shakespeare et les romans de Victor Hugo. J'ai tiré de ces trois grands encyclopédistes de la fiction non seulement un plaisir de lecture jamais atteint ailleurs, mais quelques principes qu'ils pratiquent avec une maîtrise incomparable et dont j'ai fait mes propres bases de création littéraire." (...)

El Roto / El País

Diego de Torres Villarroel - Sonnet

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