mercredi 24 septembre 2025

Discurso de Gustavo Petro ante la Asamblea de la ONU

El discurso del presidente colombiano Gustavo Petro ante la Asamblea de la ONU ayer, 23.09.2025, es un hito, una extrañeza, algo verdaderamente insólito, y muy potente. Aborda diversos temas con un coraje, un lenguaje franco y una lucidez que en Europa no conocemos.
Dura casi 40'.
Lo que dice sobre Gaza (a partir de 32' 30'') y el modo de parar ya —ya, por favor— este horripilante y casi eterno genocidio puede oírse como aperitivo, para luego, con más calma, oír todo lo demás.
Es palmario que todo lo que dice contradice punto por punto las intoxicaciones mediáticas que padecemos por prensa, radio, television y diversas plataformas de desinformación mainstream.
El grito de Gustavo Petro es algo desgraciadamente casi único entre los dirigentes del mundo, con la excepción de Ibrahim Traoré, de Burkina Faso, y pocos más. Nuestros fantoches carecen de libertad y lenguaje para pensar o decir lo que dice Petro.
Pero tiene razón Petro cuando apela a los pueblos, a todos nosotros, a quienes, pisando la calle, vamos demostrando el abismo brutal que media (separa) entre nuestros dirigentes —los caciques políticos de nuestras "democracias" (aunque meros empleados de plutócratas, como es el caso de Merz, Macron, Starmer, Meloni o el propio Trump)— y nosotras, nosotros; entre el viejo supremacismo blanco y la humanidad; entre los intereses codiciosos, depravados, petroleros, militares, criminales que defienden nuestros gobiernos y las ansias de paz, libertad, aire limpio, mares y ríos limpios, cultura popular, concordia y cooperación que tenemos la gran mayoría de los ciudadanos. Y es que, cuando somos multitud que planta cara, los grandes hombres y las grandes mujeres se revelan como lo que son: patéticos y psicópatas tigres de papel.




TRANSCRIPCIÓN (Las acotaciones y enlaces son cosa mía) :


Este es mi último discurso como presidente aquí; ya es el cuarto. En el primero anuncié a la Asamblea que era muy posible que estallara un conflicto al lado de Ucrania en Palestina. Pedí que se hiciera una conferencia de paz. Los que no tenemos bombas ni grandes presupuestos no somos escuchados aquí, pero cuatro años después, ya hoy, lo dantesco de la situación de Palestina no me llevó a pensar que lo mismo o casi lo mismo podría ocurrir en el Caribe colombiano, cuando tiran misiles a personas jóvenes desarmadas en el mar.
Y entonces ahora estamos ante una situación diferente, quizás más global. La barbarie hoy es del planeta, hoy cae sobre la humanidad entera. Los misiles sobre 17 jóvenes desarmados en las aguas del Mar Caribe, quizás algunos colombianos. La persecución, aprisionamiento y encadenamiento y expulsión de millones de migrantes. Los misiles que caen sobre las 70,000 personas en Gaza y los matan.
La falta de acción sobre la crisis climática, cuyas palabras se borran por orden de Trump. están ligados y obedecen a la misma causa.
La migración es una excusa para que una sociedad rica, blanca y racista se crea la raza superior y no mire que sus dirigentes la llevan, con toda la humanidad, al abismo de su propia extinción.
Dicen que los misiles en el Caribe eran para detener las drogas. ¡Mentira! dicha aquí en este mismo sitio.
En el año 2023 y 2024 fueron los años donde más cocaína se incautó y más de 700 capos del narcotráfico fueron extraditados a Estados Unidos y Europa. Los extradité yo, y la cocaína la incautó mi gobierno, y no tiramos un solo misil ni asesinamos a ningún joven.
Los años donde probé que es más eficaz sustituir voluntariamente, con los cultivos de hoja de coca, que erradicarla forzadamente con glifosato y fuerza sobre los campesinos pobres de Colombia.
He cambiado la fracasada y violenta guerra contra las drogas por una eficaz política antinarcotraficante, que es diferente; no confundir la sustancia muerta con la persona codiciosa.
Pero necesitan violencia para dominar a Colombia y América Latina. Necesitan destruir el diálogo e imponer y lanzar misiles asesinos sobre jóvenes pobres en el Caribe.
La política antidrogas no es para detener la cocaína que llega a los Estados Unidos. La política antidrogas es para dominar los pueblos del sur en general. No mira la droga, mira el poder y la dominación.
Por eso hablo ante ustedes como un presidente descertificado por el mismo presidente Trump, sin que él tuviera ningún derecho a hacerlo, ni humano, ni divino, y sin razón mental.
Quieren violentar y forzar a decenas de miles de campesinos desde el gobierno de Estados Unidos, que está influenciado por políticos de poder colombianos mafiosos. A centenares de miles de campesinos colombianos los han masacrados como masacran a los niños en Gaza.
Las masacres fueron hechas en Colombia por políticos que eran senadores, presidentes, ministros, ligados y sobornados por la mafia colombiana del narcotráfico, aliados al mismo tiempo a la extrema derecha de la Florida en Estados Unidos.
Y ahora aliados al gobierno de Trump, aliados desde hace décadas a los capos del narcotráfico de la cocaína en Colombia, verdaderos esquifos [schifi], como dicen los italianos. Aliados a esquifos hacen la política antidrogas desde Washington, Estados Unidos.

No sé si Trump sepa que su política exterior hacia Colombia, Venezuela y el Caribe es asesorada por colombianos que son aliados políticos de la mafia de la cocaína. Yo mismo denuncié con nombre propio a estos políticos del paramilitarismo narcotraficante, con nombre propio, por una década en el Congreso de la República, siendo senador, y me quisieron matar muchas veces por ello y quisieran que no fuera presidente, y me callara, y me silenciara, y ahora quieren que no continúe un nuevo gobierno progresista y por eso me descertifican, casi que personalmente y calumnian a Colombia.

En Colombia se ha incautado la más alta cantidad de cocaína de toda la historia del mundo, y lo hizo este gobierno, y me descertifican.
En Colombia hemos logrado detener el crecimiento de la tasa… la tasa de crecimiento de los cultivos de hoja de coca, que venía de 43% anual en el gobierno de Duque y lo he bajado en este año a 3%.
Y no descertificaron a Duque, que tenía un financiador narcotraficante en su campaña y sí a Petro, porque dice cosas y verdades.
Luego la política antidrogas no es para la salud pública de la sociedad, sino para la política del poder.
No quieren que se haga luz en la América Latina y llegue de nuevo la hora de los pueblos.
Los jóvenes asesinados con misiles en el Caribe no eran del Tren de Aragua, que nadie quizás conozca aquí su nombre, ni de Hamás. Eran caribeños, posiblemente colombianos. Y si fueron colombianos, con el perdón de quienes dominan las Naciones Unidas, debe abrirse proceso penal contra esos funcionarios que son de los Estados Unidos, así se incluya el funcionario mayor que dio la orden: el presidente Trump —que permitió los disparos de los misiles contra los jóvenes, que simplemente querían escapar de la pobreza.
Jóvenes en una lancha, si tuvieran un cargamento ilícito, no eran narcotraficantes: eran simples jóvenes pobres de la América Latina que no tienen otra opción.
Los narcotraficantes viven en otra parte y no es en la América Latina.
Trump lanza misiles sobre lanchas desarmadas de migrantes y los acusa de narcotraficantes y terroristas sin ellos tener una sola arma para defenderse. Cuando los narcotraficantes viven en Nueva York, aquí mismo, a unas cuantas cuadras, y en Miami, y hacen acuerdos con la DEA, donde les permiten traficar en África, en Europa, Rusia o China, pero no en los Estados Unidos, país que detiene el crecimiento del consumo de cocaína sin rebajarlo, sólo porque sus enfermos drogadictos pasaron, y son enfermos, pasaron a consumir la droga mortal de la contracultura de la humanidad en tiempos de la extinción por la crisis climática.
El fentanilo: este fentanilo se produce en el aparato industrial de los Estados Unidos, aquí, cerca de aquí, y aquí están los consumidores. Es de un autoconsumo estadounidense que deriva lo peor de lo que se ha podido entender de drogas en la historia de la humanidad desde que supimos del vino, del alcohol o de la cerveza.
Adictos al fentanilo y a la gasolina.
Venenos totales de la vida en el mundo.
Peor la gasolina que el fentanilo.
Sólo los pueblos negros de aquí, ancestrales de aquí, de más de 20,000 años de antigüedad, las juventudes, las mujeres que no quieren ver morir en más a sus hijos, blancas, negras, de todos los colores, que aún piensan, gentes, que aún piensan, no duermen bajo el fentanilo o bajo la televisión mentirosa, y que pueden detener la tiranía dentro de Estados Unidos mismo y en el mundo.
Los ciudadanos que salen a las calles en California, en Nueva York, en Filadelfia, donde se tocó la campana de la libertad, a pesar de los ejércitos que manda Trump contra su propio pueblo, para amedrentarlo, a los estados de las ciudadanías libres, en los mismos estados que dejan de estar unidos hoy ante la tiranía, de mal en peor, el presidente de los Estados Unidos no ve que han caído asesinados un millón de latinoamericanos, entre sí mismos, el mayor porcentaje de ellos compuesto por colombianos, y otro millón morirá de norteamericanos por el fentanilo en 10 años.
La cocaína mataba por venenos que le mezclaban 3,000 personas al año en este país. Hoy el fentanilo mata 100.033 veces más. ¿Mejoró Estados Unidos con 50 años de una política absurda o empeoró y está conduciendo a su sociedad a la muerte dantesca de la droga que mata el cerebro y el pulmón?
En esa mortandad de la humanidad, Trump no sólo deja que caigan misiles contra los jóvenes en el Caribe, no sólo encarcela y encadena migrantes, sino que permite que lancen misiles contra niños, jóvenes, mujeres y viejos en Gaza.
Se hace cómplice del genocidio, porque ¡es genocidio y hay que gritarlo una y otra vez! Este recinto es testigo, mudo y cómplice ¡de un genocidio en el mundo de hoy!, cuando creíamos que era sólo propiedad de Hitler.
Trump no habla de democracia, no habla de crisis climática, no habla de vida, solo amenaza y mata y deja matar a decenas de miles.
En cambio, en mi gobierno, en Colombia no hemos aumentado la tasa de homicidio. Tenemos la tasa de desempleo más baja del siglo en el país. Tenemos la tasa de pobreza más baja del siglo en nuestras estadísticas.
E impulsamos nuestra agricultura 10% anual real y nuestra industria al 5% anual. Y llegaron turistas como nunca, por millones, a mirar nuestra enorme belleza, el país de la belleza y de la diversidad natural y humana y cultural.
Y buscamos paz hablando con narcos y rebeldes: no me da pena hablar, hablar siempre para salvar vidas, poniendo por principio la erradicación total de las economías ilícitas y la erradicación de los cultivos de hojas de coca por voluntad misma de los campesinos, que están cansados de la violencia.
No nos dejamos sobornar de los narcos, como sí sucedió en gobiernos pasados de Colombia, y ya llevamos 25,000 hectáreas erradicadas voluntariamente. ¡Tenemos éxito! en nuestra política nueva que no es de drogas, es antinarcotraficante, que es diferente.
Le agradecemos a los países que nos han ayudado a sembrar paz: Qatar, Cuba, México, el estado del Vaticano, Noruega, Brasil y Venezuela.
No les agradecemos a los que nos quieren llevar a la guerra entre nosotros mismos.
Escuchen, señoras y señores del mundo: América Latina no es sólo coca o terroristas o narcotraficantes. América Latina tiene potencialmente 1.400 gigas de capacidad anual de energía eléctrica limpia, basada en el agua, el viento y el sol.
Y Estados Unidos en el norte, aquí, demanda todos los años 1.200 gigas de energía, que hoy son en un 70% fósiles, es decir, basadas en carbón, gas y petróleo. América Latina, si desarrolla su potencial de energía limpia, podrá limpiar toda la matriz de energía fósil de los Estados Unidos —oigan, eso.
Solo falta el dinero y se produciría el mayor aporte a la superación de la crisis climática, hoy casi sin pasos adelante. Entre el potencial de energía limpia y la enorme esponja absorbente de la selva amazónica, América Latina sería la vanguardia humana que podría dar el primer paso cierto y contundente para salvar la vida del planeta y a la humanidad toda. Solo se necesitan 600.000 millones de dólares para desarrollar su potencial.
Lo mismo puede hacer África con Europa.
La suma de este aspecto de descarbonización fundamental nos daría 1.200.000 millones de dólares, o 1 trillón 200 billones como se habla en inglés. Estos dineros ya están, están en las arcas guardados en Estados Unidos, Europa y China. Pero no se mueve ni un dólar. No es rentable, o peor aún, puede ser muy rentable en términos de vida humana, incluida la vida en Estados Unidos, Europa y China, pero no quieren interdepender de América Latina y África. Saben que unir la energía limpia de América Latina y África a las economías fósiles del norte no sólo descarboniza el planeta, salva del colapso climático, sino que también cambia el poder mundial.
El que aquí a veces habla, pero habla todos los días es con bombas, y no con palabras.
Lo vuelve… la descarbonización vuelve al poder una democracia global y cambia las relaciones de producción, porque aparece primero la vida y la humanidad como prioridad sobre la codicia.
La codicia es el veneno de la vida. Es una contradicción antagónica, como dijera alguna vez Mao, pero no pensando en patrones y obreros, sino entre la codicia y la vida misma del planeta Tierra.
Según la ciencia, tenemos 10 años para caer en un punto de no retorno. ¡10 años!
Y donde ya pasemos a ese punto, no se puede hacer nada. Sólo observaremos las catástrofes y las sentiremos, incluso en nuestra propia familia.
Porque será irreversible la extinción de la vida, incluida la humana, irreversibilidad del proceso. Ya ninguna tecnología, ninguna fuerza política o social, ninguna mente humana podrá hacer nada para detener el colapso, y nos quedan 10 años —dice la ciencia, pero aquí no creen en la ciencia, dijo uno. El más poderoso del mundo no cree en la ciencia. Y eso se llama irracionalismo. Y de irracionalismo se llenó se llenó filosóficamente Alemania, el país de los grandes filósofos de Feuerbach, de Hegel, de Kant... Y hoy de irracionalismo se está llenando Estados Unidos —y fue la antesala de Hitler en 1933. La solución es dejar de consumir carbón, petróleo, gas, hidrocarburos y pasar rápido al agua, el sol, el hidrógeno verde, los vientos.
Pero la palabra descarbonización suena ahora subversiva en las conferencias de los grupos de países poderosos, del G7, el G20. Y en Davos: los megarricos. Como hace cinco siglos sonaba subversiva la palabra “democracia” aun aquí en Nueva York, en Cartagena, en Bogotá o en París. Y mucho más en Madrid.
Esos dineros de los que hablo aquí, 600.000 millones de dólares, 1.200.000 millones son en uno o dos ceros, mayor que la cifra que prometieron los países desarrollados dar, y que son limosnas, y no cumplieron desde la COP de París, porque no les interesa la descarbonización. Y es en tres ceros la demasía de la cifra sobre los exiguos préstamos de la banca multilateral, que son eso, pura limosna inocua, pura ideología, pensando que la rentabilidad del capital limpia la atmósfera y salva la vida.
Mentiras ideológicas, fantasmagóricas, fetiches, para que no miremos arriba y no actuemos como humanidad.
La crisis climática implica priorizar en todos los presupuestos públicos. La inversión en descarbonización y adaptación necesita por completo una política financiera mundial diferente y abolir la prima del riesgo de la deuda. ¿Quién dijo que no son riesgosos los países que emitan más gases de efecto invernadero como éste, el segundo o primero de la tierra? ¿Y que sí son riesgosos los países que absorbemos el CO2, y tenemos selvas y, muchos, agua, y absorbemos en el sur el CO2 del norte? ¿Por qué el mercado dice lo contrario, si no es porque está equivocado y va camino al abismo de la vida?
Se necesita condonar deuda en los países más pobres y cambiar pagos de deuda externa por inversión en la adaptación y mitigación de la crisis climática. Sí, señores de la China y Alemania y Estados Unidos y Wall Street y París y la bolsa de Londres.
Si ustedes quieren recoger los intereses de la deuda externa en nuestros países, encontrarán cementerios y muertos, y cuando vayan a recogerlos, ustedes también serán cementerios y muertos.
No sirve ese dinero en medio de los cadáveres.

He aquí otra palabra subversiva: “planificar”. Plan. Plan global. Se olvidó la palabra por el mercado. No se necesitaba planificar, dijeron, cuando planificar es de los seres humanos. Es anatema. Tanta creencia religiosa y falsa se desató sobre el mercado. Creencia fundamentalista, pensando que llevaba el mercado a la felicidad, dijo [Léon] Walras, el suizo, economista. A lo que lleva el mercado no es a la felicidad, sino a la muerte y el abismo, como ya lo vemos hoy. Walras estaba equivocado, el neoliberalismo estaba equivocado desde el principio y llevamos 50 años guiando a nuestros países bajo fórmulas completamente erráticas y acientíficas, ¡y no las cambiamos!
El plan debe ser vinculante a los estados nacionales, realizado en una democracia global, supervisado en su cumplimiento por el Consejo de Seguridad, ¡sin veto!
Pues sepámoslo, el mercado no soluciona la crisis climática, ¡sepámoslo de una vez!, ¡porque él mismo la produjo!
Fue el capital, que es una relación humana desigual entre quien es el dueño de la máquina hambrienta de carbón y petróleo y el asalariado trabajador, hombre o mujer, que tiene que producir cada vez más cosas, para que el patrón venda esas cosas hechas con la máquina del patrón, que necesita cada vez más petróleo, lo que produjo la crisis climática: hacer más, vender más, ganar más, más y más, y usar cada vez más entonces carbón, petróleo hasta nuestros días, pero no hasta la eternidad, porque ha llegado el petróleo y el carbón hasta su final, que quizás es el final del capital.
Si no es del capital, será de la humanidad y de la vida, entonces.
El dueño del capital es un ser humano de poder y no es una cosa, no es un fetiche. Ese ser humano con su codicia, con su esclavitud total a la codicia, es el que buscará que aquí se apruebe que se busque cada vez más petróleo, que en cada país se busque cada vez más petróleo, no importa el envenenamiento de la atmósfera con CO2, que es el envenenamiento de la vida toda del planeta.
¡Taladrar, taladrar y taladrar!, dicen sin piedad.
Así que capital o vida, amigos y amigas, o codicia o vida, o barbarie o democracia local y global, o libertad o muerte, como decía Bolívar y enarbolaba esta su bandera roja, negra y también blanca.
Libertad rojo, muerte negro, blanco, paz posible.
Es una revolución mundial de los pueblos lo que se necesita para superar positivamente la crisis climática y no dejarla llegar de crisis a colapso global. Es una revolución de los pueblos unidos, de las civilizaciones que tienen que dialogar más que los Estados mismos.
Es una revolución de la humanidad para seguir viva en el planeta y libre, quizás aliada a algunos gobiernos que quieran defender la vida.
Hoy Naciones Unidas ve su crisis y la necesidad de su transformación. Aquí se reúnen estados nación que ya no tienen poder, que por mucho que voten no se les hace caso, porque el Estado Nación ha llegado también a su decadencia quizás final. Se inventó alguna vez hace unos siglos y ya no da más. Y ya no da más porque el mismo capital se volvió global, no estatal.
El socialismo de Stalin debió de volverse global y no estatal, pero Stalin no tenía las entendederas para ello y creyó más en la tribu, y condenó en Yalta una revolución mundial en España, en Italia, en Grecia y quizás hubiera sido América Latina y otros.
La humanidad es el nuevo sujeto político que aparece, no el estado nación. Y por tanto, Naciones Unidas se tiene que volver y transformar en una humanidad unida, aunque diversa.
Está apareciendo un nuevo sujeto político en la historia humana y es importante y me parece espectacular y es que superamos la idea del Estado nación para convertirnos en humanidad. Pero esa humanidad, para que esté unida y sea única en la acción, tiene que tener democracia en todo el mundo, tiene que tener diálogo permanente en medio de la diversidad. Es la diferencia lo que nos impulsa, la posibilidad de una coordinación eficaz de la acción a escala mundial.
Humanidad que dialoga. Sí.
Humanidad civil. Sí.
Humanidad profundamente democrática. Sí.
Ojalá una humanidad de personas libres que su definición, su sinónimo, porque no puede haber humanidad esclava: la humanidad esclava no es humanidad, es bestia; es bestia el que esclaviza, pone cadenas a migrantes, lanza misiles sobre jóvenes, acribilla con misiles niños y niñas en un poblado muy cerca de donde nació Jesús.
Esto ya no se resuelve con estados que hablan y no hacen, no se resuelve con gobernantes sobornados por el petróleo y dispuestos a lanzar misiles a los pueblos del sur. Un nuevo sujeto político, entonces, aparece: la humanidad unida y diversa en sus culturas.
Mientras el colapso se acerca y mientras las sociedades viejas y blancas de Europa y Estados Unidos siguen aplaudiendo a sus nuevos Hitlers de moda, no escuchan ni a sus jóvenes, ni a sus niños, ni a la humanidad, ni a las estrellas, ni a sus abuelos, que murieron como héroes en los campos de Europa, luchando de verdad contra Hitler y su idea criminal de una raza superior.
Hoy hacen lo mismo que Hitler, construyen campos de concentración para migrantes, y aplauden las mayorías electorales, y dicen que son de una raza inferior los migrantes y colectivizan culpas en ellos como hicieron con los judíos. Y los llaman terroristas e inferiores y ladrones, narcotraficantes todos —dicen. Cuando la mayoría de los narcotraficantes son rubios y de ojos azules, y guardan sus enormes fortunas en los bancos más grandes del mundo. Y no viven en Bogotá, ni en Caracas, ni en el Caribe, ni en Gaza, sino que viven en Miami y son vecinos del presidente de los Estados Unidos, y viven en Nueva York y en París y Madrid y en Dubái. Viven donde hay lujo, no pobreza.
Pero los misiles los tiran donde hay pobreza y no donde hay lujo.
¡Mentira que el tren de Aragua es terrorista! Sólo son delincuentes comunes en forma de banda, agrandados por la estúpida idea de bloquear a Venezuela y quedarse con su petróleo pesado y ya venenoso.
Los migrantes no son delincuentes, no tienen que llevarlos a campos de concentración ni expulsarlos encadenados.
La migración no es sino el producto del bloqueo a los países más pobres, como Irak o Irán o Cuba o Venezuela. El bloqueo económico no es más que ¡un genocidio! La migración no es sino el producto del empobrecimiento de los países más pobres por una deuda impagable y codiciosa.
La migración no es más sino la consecuencia de las guerras y las invasiones por el petróleo desatadas por Estados Unidos y la Europa de la OTAN.
La migración no es más sino la consecuencia de la crisis climática que transita a colapso y que deja sin agua las tierras del trópico, porque al aumentar el calor se evapora el líquido vital.
La solución a las migraciones no es otra o muy diferente a las cadenas, a las cárceles, a los misiles.
¡No hay raza superior, señores!
¡No hay pueblo elegido de Dios!
No lo es ni Estados Unidos ni Israel.
Ignorantes fundamentalistas de extrema derecha piensan así.
¡El pueblo elegido de Dios es la humanidad toda!
Usan la migración como excusa para no hacer nada contra la crisis climática que barre cada día con la vida. Buscan la migración para ganar votos de blancos y viejos y viejas, pero para desde el poder ocultar que hay que acabar con el consumo del carbón y del petróleo, y lo incentivan para taladrar y taladrar y taladrar.
La ONU tiene que cambiar ya. Una ONU diferente humana debe antes que nada detener el genocidio de Gaza. La humanidad no puede permitir ni un día más de genocidio, ni a los genocidas de Netanyahu, ni sus aliados en Estados Unidos e Europa, dejarlos libres.
Las Naciones Unidas deben hacer respetar los tribunales internacionales de justicia, el derecho internacional, que es la base de la civilización y de la sabiduría de la humanidad condensada en la historia, y debe hacer cumplir la sentencia de su justicia.
La diplomacia ya acabó su papel, señores, en el caso de Gaza. No pudo solucionarlo.
No es cierto, y me disculpa Macron, que podamos insistir e insistir en hablar y en hablar cuando cada segundo cae un misil y destroza los cuerpos de bebés inocentes, bebés niños y bebés niñas, en el país árabe de Palestina.
Cada día de mociones vetadas en el Consejo de Seguridad de la ONU, cada día que pasa son más los niños bombardeados. ¡Cada vez son más bombas! ¡Cada vez son más muertos! El que veta ¿qué piensa?, ¿no es madre, no es padre, no está vivo, viene quizás de fuerzas oscuras, es un robot porque no tiene corazón, para vetar?
El genocidio debe parar con lo que sigue a la diplomacia.
Es con una votación de la Asamblea de las Naciones Unidas, sí, y no con una votación del Consejo de Seguridad, que vetan.
Es con una Uniting for Peace para Palestina, conformando una fuerza armada para defender la vida del pueblo palestino.
Palabras y armas toca hoy.
No son cascos azules, no entrenados y, a veces, indispuestos para lo que toca. Es un ejército poderoso de los países que no aceptan el genocidio.
Por eso invito a las naciones del mundo ¡y a sus pueblos, sobre todo!, como parte de la humanidad, a unir ejércitos y armas. ¡Hay que liberar a Palestina! Invito a los ejércitos del Asia, de los pueblos eslavos, que derrotaron con tanto heroísmo a Hitler, a los ejércitos latinoamericanos de Bolívar, de Garibaldi, que también tuvo uno en Italia, de Martí, de Artigas, de Santa Cruz…
Ya sobran las palabras.
Es la hora de la espada de la “libertad o muerte” de Bolívar.
Porque no solo van a bombardear a Gaza, no solo al Caribe, como ya lo hacen, sino a la humanidad que clama libertad.
Porque desde Washington y la OTAN matan la democracia y hacen renacer la tiranía y el totalitarismo a nivel global.
Hay que levantar la bandera rojinegra de la libertad o muerte que alzó Bolívar sin olvidar el color blanco, que levantó, junto al rojo y negro, color de la paz como esperanza, para que haya esperanza de vida en la tierra y en el corazón de la humanidad.
Los Estados Unidos ya no enseñan democracia, sino que la matan en sus migrantes y su codicia. Estados Unidos enseñan tiranía.
La ONU debe empezar su cambio deteniendo el genocidio en Gaza con la efectividad de un ejército de la salvación del mundo, votado por la Asamblea de las Naciones Unidas y sin veto.
Después de salvar Gaza, pasaremos al plan para descarbonizar la economía del planeta, para que sea un hecho democráticamente construido a escala mundial y funde democracia global, y que el órgano que vigile su aplicación rápida sea el Consejo de Seguridad, pero sin vetos, y que sea vinculante sobre la OMC, el Banco Mundial, el FMI, el sistema financiero privado, por la gran capacidad que tiene el sistema financiero, nacional y mundial de centralizar el capital. Es desde allí donde la humanidad puede regular el capital para subordinarlo a la vida y a la humanidad. Un capital regulado y subordinado a la vida y a la gente.
Por este camino, las Naciones Unidas transitarán desde una alianza de estados a una alianza de pueblos y culturas diversas, que son el componente de la humanidad.
Si superamos la crisis climática, y sólo lo haremos unidos como humanidad, lograremos también que las Naciones Unidas den el paso hacia una asamblea de los pueblos, buscando que cada persona sea libre en el planeta, buscando que los cerebros de cada persona alcancen su máximo potencial y se interconecten en el planeta. Porque ese gran cerebro de la humanidad como inteligencia poderosa, alumbrado por la ciencia cada vez más profunda, podrá no sólo salvar la vida en el planeta, sino cumplir la misión de la humanidad, expandiendo la vida en las estrellas.
Una humanidad unida y libre puede mirar las estrellas y alcanzarlas.
Tal como los romanos legionarios pensaron algún día antiguo, allí cuando se inventaron las palabras en latín ad astra.
Ad astra, hasta las estrellas siempre. Es la hora de la libertad o la muerte. Y es real la muerte en misiles, pero también es real la libertad en el corazón humano y su capacidad de unión, de rebelión y de existencia.

Gracias, muy amables.







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